Descripción
Esténcil
de un aire acondicionado, seis medidores de energía eléctrica y tres cajeros
automáticos (uno deteriorado) sobre pared de concreto. Aproximadamente 15m de
largo.
Visualmente la propuesta es llamativa, los tres
cajeros en el centro clave de la intervención a lo largo del muro. Los dos más
notorios son los de color dorado, el otro ya reventado, ya robado, no brilla,
está apagado como muerto y no es casualidad, porque ya no tiene dinero dentro
de él y por eso no es dorado, por cuanto ha perdido su poder de encantar la
voluntad del público. Los transeúntes que pasan caminando, en sus autos o en la
locomoción ven los cajeros dorados de igual modo que tal vez lo hacen aquellos
que se dedican al robo de los mismos. Entonces el público inconscientemente
siente aquella misma atracción por lo dorado como si se tratara de una fiebre
heredada desde antiguo, la cual no nos cuestionamos porque ha sido legitimada
por el sistema económico y la cultura imperante.
La presencia de un sistema de aire acondicionado no es
menor por cuanto que es un artículo que manipula el oxígeno que respiramos,
regula la temperatura del aire que nos rodea y nos mantiene, por lo tanto, en
nuestra zona de confort rodeados de las cuatro paredes dentro de las cuales
vivimos.
Como los cajeros automáticos, el sistema de aire
acondicionado es de uso común y cotidiano, se encuentra en las aulas
universitarias, en los restaurantes, en oficinas de todo tipo y rubro, en los
centros comerciales, en los automóviles, etc. Algunos estamos sumergidos en su
uso al punto de no pensar en lo artificial de su tarea, de no preguntarnos qué
tan amigables resultan realmente para nosotros los objetos o sistemas que nos
ofrecen una mayor calidad de vida, siempre con la felicidad como oferta última.
Los
seis medidores de luz repartidos a través del muro parecen un enjambre de
pequeños contadores o agotadores de la energía eléctrica de las casas y
edificios, pero también consumidores de aquellos que habitan en ellos,
calculadores, enjuiciadores de voluntades, medidores de modos de vida. Cuentan,
cuentan hasta que cobran por la energía consumida, pero es la existencia misma
lo que nos cobran. (Barba
Azul, 2016)
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